jueves, 27 de noviembre de 2008

La memoria funda siempre el mañana

Por Subcomandante Marcos (Estas fueron las palabras del Subcomandante Marcos que escucharon, por vía telefónica, los miles de personas que asistieron el sábado al acto enrepudio al último golpe militar.)

Ejército Zapatista de Liberación Nacional, México, 24 de marzo de 2001, 18 horas, hora de México.

A los niños, niñas, ancianos, ancianas, jóvenes, jóvenas, hombres y mujeres de la Argentina, América latina, Planeta Tierra.
Hermanos y hermanas:
Aquí México Zapatista, allá la digna Argentina.
Les habla el Sub. Marcos, a nombre de todos los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Queremos aprovechar que los hermanos y hermanas de Argentina nos dan la oportunidad de decir nuestra palabra en este acto que sirve para darle a la verdad y a la memoria el lugar que merecen. Porque hay y ha habido quien creyó y cree que asesinando personas, asesina también los pensamientos y los sueños que a veces son palabras y a veces son silencio. Quien así cree, en realidad teme, y su temor ha sido el rostro del autoritarismo y la arbitrariedad. Y en la resaca de la sangre busca la máscara de la impunidad y el olvido. No para que todo quede atrás sino para asegurarse de que podrán de nuevo hacer actuar el temor sobre los que les son diferentes. Nuestros más antiguos nos enseñaron que la celebración de la memoria es también una celebración del mañana. Ellos nos dijeron que la memoria no es voltear la cara y el corazón al pasado, no es un recuerdo estéril en que había risas o lágrimas.
La memoria, nos dijeron, es una de las siete guías que el corazón humano tiene para andar sus pasos. Las otras seis son: la verdad, la vergüenza, la consecuencia, la honestidad, el respeto a uno mismo y al otro, y el amor.
Por eso, dicen, la memoria funda siempre el mañana, y esa paradoja es la que permite que en ese mañana no se repitan las pesadillas, y que las alegrías, que también las hay en el temario de la memoria colectiva, sean nuevas.
La Memoria es sobre todo, dicen nuestros más primeros, una poderosa vacuna contra la muerte y alimento indispensable para la vida. Por eso, quien cuida y guarda la memoria, guarda y cuida la vida, y quien no tiene memoria está muerto.
Quienes arriba fueron poder, nos heredaron un montón de pedazos rotos, muertes aquí y allá, impunidades y cinismos, ausencias, rostros de historias desmoronadas, desesperanzas. Y ese montón de escombros es lo que nos ofrecen como tarjeta de identidad, de modo que decir "Soy" y "Somos" sea una vergüenza.
Pero hubo quienes fueron y son abajo. Ellos y ellas nos heredaron, no un mundo nuevo, completo y acabado, pero sí algunas claves y pistas para unir esos fragmentos dispersos, y el armar el rompecabezas del ayer, abrirle una rendija al muro, dibujar una ventana, construir una puerta.
Porque es bien sabido que las puertas fueron antes ventanas, y antes fueron rendijas, y antes fueron y son memoria. Tal vez por eso temen los de arriba, porque quien tiene memoria en realidad tiene en su futuro una puerta.
Somos muchos y muchas los que al buscar la memoria estamos buscando parte de nuestro rostro. Quien nos pide que olvidemos, nos pide que sigamos incompletos, usando las prótesis que el poder oferta.
Este día en Argentina, en México y en otras partes del mundo, hay muchos y muchas guardianes de la memoria reuniéndose con una ceremonia tan antigua como la palabra: la del conjuro del olvido y la desmemoria, la de la historia.
Hoy, quienes tienen a la Argentina como Patria, nos enseñan que quien camina la memoria, en realidad camina a la vida. Y queremos que todos y todas ustedes sepan que escuchamos sus pasos, y que al escucharlos recordamos que el principal atributo del ser humano sigue siendo la dignidad.
Digna Argentina, los Zapatistas de México te saludan.
Vale.
Salud, y que nunca más la estupidez se permita democratizar el miedo y la muerte.
Desde la ciudad de México, Subcomandante insurgente Marcos.
Post-data: no se acaben el churrasco porque siempre me dejan la pura salsa chimichurri. Con el mate pueden proceder a discreción, pero no se acaben las empanadas. Nos vemos luego... en la calle de Corrientes para echarnos una cascarita de fútbol y tararear un tango, porque la memoria también se guarda en el juego, la música y el baile.
Vale pues, y adiós.